jueves, 22 de abril de 2010

Pingus australianos

La naturaleza de este país es increíble. De lo visto hasta ahora, si me pidieran que elija mis tres cosas favoritas diría:
  • La vida submarina: uno se queda boquiabierto con la cantidad de vida y colores que te saludan al sumergirte sólo unos metros (y eso que todavía no fui a la gran barrera de coral).
  • Los pájaros: desde la cucaburra histérica hasta las cacatúas blancas, los loros de pecho arcoiris (nombre que me acabo de inventar, pero el bicho existe) y unos grises con el pecho rosado.
  • Los marsupiales (un clásico): Cómo no profesar el amor a los koalas y a los canguros, ¿no? Estos últimos ya sean en libertad o en la cazuela.
Sin embargo existe un lugar al que un patagónico no debería ni acercarse. Es más, las constituciones de las provincias de Tierra del Fuego, Santa Cruz y Chubut deberían prohibirlo en el artículo segundo. Yo propondría algo del estilo:
LOS CIUDADANOS NO PODRÁN, BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA Y SIN EXCEPCIÓN VISITAR LA DENOMINADA "PHILIP ISLAND" EN EL ESTADO DE VICTORIA, AUSTRALIA.
El motivo de mi propuesta surge del viaje a Melbourne que hicimos para semana santa. La ciudad realmente una preciosura y muy europea, que es como todos los australianos la describen. Pero no voy a hablar de eso hoy. No. Tampoco voy a comentarles que al volver a Newcastle se nos rompió el coche y tuvimos que llamar a la grúa y hoy, semanas después sigue en el taller. Eso es harina de otro costal, o post.
Este texto trata del último día de nuestro viaje, cuando Cristian y Trini deciden alquilar un coche para explorar un poco la naturaleza que rodea a la segunda urbe más grande del país.
Entre las mil recomendaciones que nos dieron compañeros de trabajo, amigos y el maravilloso google, decidimos visitar Philip Island, una isla donde la mayor atracción es la Penguin parade. En criollo sería "El desfile de los pingüinos".
Viniendo yo de un lugar donde hay más (muchísimos más) pingüinos que personas, lo primero que me asombró fue el cartel que dice tickets. En Deseado es casi al revés, deberían ser ellos (los pingüinos) los que pagaran para vernos a nosotros, escasos humanos.

Nótese el cartel a la izquierda de la foto.

De hecho me asombró tanto que cobraran entrada que le pregunté a la mujer que las vendía (y esto es literal y hay testigos):
-¿Y esos 21 dólares por persona para qué son?
-Para conservar a los pingüinos.
Entonces ahí me entraron un montón de dudas que preferí guardarme. La conclusión que saco es que: esto es un robo o bien los pájaros bobos no son tan bobos y tienen un arreglo del tipo "si no vemos los 21 dólares por barba nos vamos a Nueva Zelanda que nos pagan mejor".
Cuenta regresiva para que lleguen los pingus.

Pero bueno, habíamos manejado más de dos horas para verlos y ya no nos íbamos a echar atrás.
Hicimos tiempo hasta que se hizo la hora (nótese la pantalla con la cuenta regresiva) y nos fuimos al encuentro hombre-naturaleza.
La decepción no hizo más que crecer. Resulta que los 21 dólares eran la entrada popular, donde los veías de una grada. ¡Una grada! Como si fuera un partido de fútbol. Si los querías ver más de cerca tenías que pagar la entrada Penguin plus. Y juro que no miento, se llamaba así, el que no me crea que lo mire acá (también se pueden ver las gradas).
A mí ya me había olido todo a robo cuando ví que te cobraban extra por las audioguías, por adoptar un pingüino, la tiendita de souvenirs y el patio de comidas.

Audioguías.

Adoptá un pingüino.

Pequeña tienda de pingusouvenirs.

Sin embargo la estafa sin parangón fue sin duda el puestito "Sacate la foto con un pingüino". Véanlo por ustedes mismo, señores. Una foto con fondo verde y después te meto el pingüino con photoshop por sólo quince dólares. ¡Quince dólares! Con cuatro fotos pagás la cámara, rubia ladrona.

La robofoto (robo de robo, no de robot).

Quiero que entiendan mi indignación, señores. Voy de buena fe a ver a los pingüinos más pequeños del mundo, parientes cercanos de los nuestros, los de Magallanes y los de Penacho Amarillo y resulta que te cobran hasta por respirar. Son muy bonitos, sí, pero están más industrializados que las hamburguesas de los McDonald's y (ah! casi me olvido), también está prohibido sacarle fotos.
En Puerto Deseado, Claudio de Los Vikingos te lleva por un precio similar en su barco a una isla donde no hay nada más que pingüinos. El embarcadero queda a 800 metros de la casa de mis viejos y durante el viaje te cuenta mil quinientas cosas con la humildad que sólo los grandes tienen. Una vez en la isla, tenés miles y miles a tu disposición, te podés acercar lo que quieras que no se asustan ni salen corriendo, les podés sacar fotos y no necesitás molestarlos con el flash porque es plena luz del día. En el trayecto en el barco también viste cormoranes, lobos marinos y con suerte toninas overas, sin duda el delfín más lindo del mundo.
Sin embargo el tema no termina ahí, no señor. Antes de pegar la vuelta Claudio se prepara unos mates y saca de una conservadorita galletitas y queso para untar. Y que nadie me diga que eso lo hizo con nosotros porque lo conocemos del pueblo. No señor, esto lo saqué de la página web:
Al finalizar la recorrida, el viajero podrá disfrutar de una mateada y dispondrá de tiempo libre, para luego proseguir con la excursión, a bordo del bote.
Ahora yo me pregunto, después de haber tenido una experiencia inmejorable en las costas de mi propia casa ¿quién me manda a ver pingüinos al otro lado del mundo?

Constancia de que ir con "Los Vikingos" es más divertido.

domingo, 18 de abril de 2010

¡Nos vemos en dos meses!

Esta noticia no la puedo decir con muchos preámbulos, así que ahí va, cruda y sin anestesia:
EL 26 DE JUNIO LLEGAMOS A ARGENTINA
Vamos los dos. Yo me quedo hasta el 14 de julio, así veo la final del mundial alentando a la celeste y blanca en casa. Trini se va para España unos días antes. Yo me uno a ella el 15 de julio y me vuelvo para Australia sobre el 25, cuando termine la conferencia que nos sirve de excusa perfecta para este gran viaje. Trini se queda un par de días más.
Los amigos de Barcelona esto ya lo sabían, porque estaba planeado desde antes. Pero lo de Argentina surgió hace muy poquito. Así que muchachos, vayan preparando el asado y el dulce de leche de un lado del Atlántico y el jamón y la paella del otro.
Ya tenemos fecha para vernos!
Estamos felices.