miércoles, 29 de abril de 2009

Quilombo

Capítulo I
Intento que la distancia no erosione la amistad con mis amigos de Argentina. Por eso de vez en cuando, cuando se alínean los planetas (y además estoy frente a una compu), los llamo por teléfono con el maravilloso Justvoip.
Una tarde aburrida durante mi estancia en Estados Unidos, hace ya varios meses, decidí ver qué era de la vida del gran Negro Vera, mi mayor exponente amiguero en Buenos Aires. Y lo llamé por teléfono.
Tras una larga charla, ya incluso pasada la fase de preguntas irrelevantes (pero imprescindibles) del tipo "Che... ¿y seguís yendo a comer a la parrilla de Chicho?" o "¿sigue atendiendo el tarta en el kiosquito de Corrientes y Pueyrredón?", venía siendo hora de colgar. Y no fue hasta entonces que me soltó la bomba.
"Y bueno -me dice- así que todo bien, lo único lo del secuestro virtual". Me lo dejó caer como quien te cuenta que se torció un tobillo jugando al fútbol.
Automáticamente pensé en uno de esos virus que te cambian la password de algún archivo o del email y no te la restituyen hasta que no pagues un pequeño rescate. Pero no se trataba de eso. La historia que me contó me pareció tan de película que a medida que me la explicaba se me iba ocurriendo esta idea (en USA no había tildes ni eñes):
From: Cristian
Date: 2008/9/25
Subject: Una preguntita corta y al pie
To: Cesar

Negro... ayer le estaba contando a Trini (mi novia) lo del secuestro virtual de Sole y se me ocurrio escribir el guion de un corto con esa historia. Si... un corto. En la puta vida escribi un guion de nada... pero me parece que puedo hacer algo lindo con esto.
Como vos sos el "duenyo"... te queria pedir permiso para hacerlo. Te molestaria?
Un abrazote!
Chapi


Y la respuesta no tardó en llegar comunicándome que tenía luz verde ya que tanto Coppola como Almodóvar habían declinado la oferta por estar muy ocupados (al Negro le gustan esa clase de chistes). Lo escribí de a poco, basándome en una descripción de puño y teclado del mismísimo protagonista. Las primeras versiones se las envié a él y luego a otros amigos. Todos fueron haciendo aportes, ayudándome a pulirlo, corrigiendo desde las más flagrantes incoherencias hasta los mínimos errores de puntuación. En cierto momento me pareció que ya tenía una forma aceptable y la labor podía considerarse acabada.

Capítulo II

Se supone que, eventualmente, un guión termina transformándose en una pieza audiovisual. Entonces me dispuse a hacer una lista con las condiciones que tendrían que darse para que esto sucediera. Luego taché las que no estaban a mi alcance y el resultado fue éste:
  • Tener mucha guita
  • Tener mucho talento
  • Tener contactos
  • Ganar un concurso de guiones
Mi autoarengé para no tachar el último ítem alegando que no era tan difícil encontrar un jurado desprevenido. Quizás leerían mi texto recién levantados, o muy cansados antes de irse a dormir. "Participar no te cuesta nada", me dije.

Tras un poco de google dí con el candidato perfecto, el Concurso Florian Rey. No sólo era de temática libre, sino que incluso tenía una categoría de guiones latinoamericanos. Me pareció la opción perfecta aunque requería que me pusiese manos a la obra de inmediato. Sólo me quedaban cinco días para el cierre de inscripciones y necesitaba preparar todo lo requerido, incluyendo fotocopia de tu pasaporte y el guión por triplicado firmado con pseudonimo y tus datos reales en un sobre cerrado.

Fue una carrera contra reloj. Una vez tuve todos los papeles listos, los formularios debidamente rellenados e incluso un sobre gigante para meter todo dentro, me dispuse a imprimir las tres copias. Me dí cuenta de que me había olvidado de ponerle un título. Fue algo que dejé para último momento pensando que sería lo más fácil. Pobre iluso. Estoy seguro que a cualquiera se le ocurrirían mil nombres mejores, pero el tiempo me apremiaba. Entiendanme, por favor, por eso le terminé poniendo "Quilombo".

A los tres días, ya con el sobre gordo más que en camino, le estaba mostrando orgulloso a un compañero de trabajo la convocatoria del curso en el cual participaba. Cuando abrí ese maldito PDF por segunda vez noté que algo no iba bien. Le resté importancia, pero cuando mi amigo me dejó solo tuve que escribir un email:

Hola!
Mi nombre es Cristian y hace un par de días mandé un guión al concurso. Asumiendo toda la culpa quiero decir que leí "febrero" en lugar de "enero" en la convocatoria. Hoy mientras le mostraba a un amigo el concurso en el cual supuestamente participaría caí en la cuenta de mi gran error.
Envío este mail simplemente para pedirles que si existiera la remota posibilidad de incluir mi guión en el concurso (a pesar de llegar un mes tarde) estaría muy agradecido de que se contemplase.
Sin más me despido atentamente dándoles las gracias por adelantado.
No hace falta ser un premio nóbel para adivinar la respuesta, ¿no?

Estimado amigo:
Nada me gustaría más que complacerte, pero estamos obligados a cumplir las bases y no podemos hacer excepciones. Te agradezco tu participación y te aconsejo que guardes el trabajo y lo envíes a la próxima convocatoria que saldrá en noviembre.
Un cordial saludo.
Entonces, queridos amiguitos, más allá de la satisfacción de haberlo escrito sólo me queda el consuelo que ustedes, en un acto de arrojo sin precedentes, dediquen un rato de su tiempo a estas páginas con mala suerte.

viernes, 24 de abril de 2009

Pingüinos

Al poco tiempo de llegar a España descubrí la manera de caerle bien, sin mentirle, a la mayoría de la gente.
Experimenté al principio con varias alternativas a la hora de abordar una conversación por primera vez con un desconocido. La primera fue mencionar lo antes posible en la charla el motivo de mi emigración. Tras un breve intercambio de saludos intentaba de la manera más natural posible decir que venía a estudiar a una universidad, becado. Yo creía, ingenuamente, que eso me daría más aceptación pero al poco tiempo me dí cuenta que los estudiantes extranjeros, especialmente los latinoamericanos, somos moneda corriente y hemos perdido el exotismo ya hace varios años.
Más tarde, y por un período muy breve, intenté utilizar la técnica futbolera. Es decir, pronunciaba la palabra Maradona lo antes posible, como si venir de su país me diera más crédito en materia deportiva y automáticamente me transformara en un gurú o algo así. En nada me dí cuenta de que la gente acá no adora a Diego, que sus pasos por el Barça o el Sevilla fueron sin pena ni gloria y que todos lo consideran (erróneamente, pobre) un cocainómano sin retorno.
Así fueron pasando los meses y yo sin dar con la técnica de seducción del habitante local. Incluso se me pasó por la cabeza aprender tango, que siempre gana. Pero no hizo falta porque un día ocurrió el milagro.
Un comentario al pasar que le hice a un compañero serbio lo cambió todo para siempre. Me fui corriendo a probar el truco con alguien autóctono... y funcionó. Supe instantáneamente que a partir de ese momento me podía meter a cualquiera en el bolsillo. Bastaba con que tarde o temprano mencionara las palabras mágicas: "en mi pueblo hay pingüinos".
Decir algo así en el hemisferio norte (donde NO HAY de estos bichos) provoca una sobredosis de ternura en el interlocutor, quien automáticamente cambiará su cara de escrutinio por una de embobado. Como un oso de dibujitos animados al ver un tarro de miel, exactamente así.
Entonces suele sobrevenir la pregunta: "¿pero habrá que viajar un poco para verlos, no?". Y entonces la estocada final: "No, a veces cuando vas a pescar aparece alguno, y sino a 5 min en kayak hay una isla con una colonia de miles de parejas". Redondos. Caen redondos al escuchar eso.

Muy probablemente haya utilizado (años ha) esta técnica con Trini cuando empezaba a "arrastrarle el ala". Al principio pareció dar resultados pero me fui dando cuenta de que como no se cuece en un hervor y sabe la fama que tenemos de mentirosos... nunca se lo terminó de creer del todo. Incluso al mostrarle fotos siempre me retrucaba que ella también había hecho un curso de photoshop. Entonces no me quedó más remedio que llevarla.

En nuestro viaje a la "Isla Pingüino", esta sí un poco más alejada de las costas de Deseado, vimos pingus de dos especies: Magallanes (a los que Trini visita en su casa) y Penacho Amarillo. De estos últimos nos encontramos con dos ejemplares completamente antagónicos: uno bautizado "Modelo" por su belleza, plumaje brillante y cuerpo esbelto y el otro "Moco" porque a pesar de ser pingüino estaba resfriado y en un estornudo casi me baña en pingumoco. Tan asqueroso como entrañable.
Desde aquí, para ustedes dos, Modelo y Moco, dondequiera que estén les queremos rendir un humilde pero sincero homenaje:

La verdad es que tras releer todo esto me siento injusto con otros animales del pueblo que también son muy dignos de ver en acción como las toninas, los cormoranes, los lobos marinos y el oso Walter. Lamentablemente quedan opacados ante la simpatía generalizada hacia el pájaro bobo pero merecerían igualmente que se los admirara porque son espectaculares.

miércoles, 15 de abril de 2009

De vuelta

Nada de lo que pueda decir estará a la altura de lo que vivimos durante estos maravillosos días. Podría escribir un resumen de las cosas que hicimos pero no haría justicia nunca a lo bien que la pasamos.
Me quedo con una frase que me dijo Renzo al llegar. Una frase hecha, un chiché, pero sin duda una verdad grande como una casa: "es como si no hubiera pasado el tiempo".
Volver a casa y sentirte como en casa es una sensación preciosa. Lograr que alguien que va por primera vez se sienta como en casa tiene ya un mérito indescriptible. Gracias por eso, gente.

Sin duda, de todo lo que pasó durante este mes hay una cosa que es claramente la más importante: haber visto varias veces estas sonrisas.