domingo, 20 de diciembre de 2009

La venganza... (el regreso)

El primer boomerang no funcionó y sobrevinieron las dudas. ¿Lo estábamos tirando mal? ¿Era de mala calidad? ¿Los australianos nos vienen mintiendo hace años, y los boomerangs en realidad no vuelven?

Esto no podía quedar así.

El domingo pasado fuimos a Sydney a buscar a nuestras distinguidas visitas y aprovechamos para pasar el día en la ciudad en compañía de Miquel y Núria, dos chicos de Barcelona que estaban por trabajo y de paseo en Australia.

Una de las paradas obligadas para que ellos adquirieran los souvenirs correspondientes fue el Paddy's Market, donde la vez pasada compramos el nefasto objeto. Caminando sin rumbo por los diferentes puestecitos me topé con esos estafadores que nos lo vendieron, garantizándome que volvería. Quise escupirles la cara por haberme robado diez dólares. Por un momento pensé en gritar a viva voz "no compren de éstos que no vuelven!". ¿Pero qué hice en lugar de todo eso? Les compré otro.

No sé, lo ví ahí colgado y le tuve fe. Feo, absolutamente inútil como adorno, éste tenía que funcionar. El otro, el que no vuelve, por lo menos tiene pintado un motivo aborígen y siempre quedará bien colgado de una pared. Éste es la estética tirada por la borda.

Trini me dijo algo que en argentino se traduciría como "¿pero vos sos pelotudo?". La ignoré. Volví a pagar diez dólares, esta vez mirando a la vendedora con ojos amenazantes.

No pude esperar a volver a Newcastle. En cuanto ví el primer parque en Sydney tuve que probarlo. Lo tiré con esperanza, con ganas de demostrar al mundo que había sabido distinguir la paja del trigo.

No volvió.

Quise volver y prender fuego el puestito infame. Al final decidí que no, quizás esa gente tiene hijos que alimentar y por eso engañan a todo el mundo diciéndote que vuelve cuando no vuelve.

Volvimos a Newcastle e intenté continuar con una vida normal, olvidando el fracaso y la estafa.

Hace algunos días le pedí a Marta, la hermana de Trini, que me acompañara al parque que hay enfrente de casa. No sé, tuve un presentimiento. Estaba dispuesto a insistir una vez más.

Al tercer o cuarto intento sucedió el milagro. Casi me corta la cabeza.

(Los videos son del día después. Una vez con la confianza de nuestro lado, nos llevamos la cámara).