Podría empezar este texto diciendo "soy buzo". Sería una mentira importante, pero podría decirlo. La verdad verdadera es que tengo un carnet que dice que puedo bucear hasta los 18 metros (en Cataluña hasta 25 por temas legales, claro está que el mar es el mismo). En cualquier caso no quiero darle una importancia más allá de lo anecdótico a una tarjeta más en mi billetera, lo importante sin duda es lo increíblemente divertido que fue el proceso para obtenerla.
¿Cómo se nos ocurrió hacerlo? Trini recibió un mail con una oferta especial para el curso inicial de buceo deportivo y me lo renvió porque: 1) yo alguna vez le había comentado que me gustaría hacerlo y 2) tiene una memoria de elefante y se acordaba de esa vez.
Decidí hacerlo y para que fuera más divertido intenté enganchar a algún amigote para que se viniera. Terminamos siendo 6 (entre amigos y amigos de amigos). Cuando nos dimos cuenta estábamos metidos en una pileta practicando cosas que cuando te las cuentan suenan súper pro, como sacarte todo el equipo y ponértelo de nuevo... debajo del agua. La verdad es que se necesitan sólo dos clases para eso con lo cual muy difícil no debe ser, pero uno se siente un grande al hacerlo.

De esos primeros truquillos el que más me gustó es el de vaciar la máscara. Supongamos que estás a 10 o 20 metros de profundidad y te entra agua impidiéndote ver. ¿Qué hacés? ¿Se puede sacar el agua abajo del agua?. Yo pensaba que no. Pensaba: "regla de oro: que no te entre agua porque cagaste". Resulta que viene Pep, el instructor, y en dos clases me tira la teoría por la borda (acompáñese con sonido de chiste fácil). Conforme nos decía "con un par de sopliditos por la nariz presionando la parte de arriba de la máscara volvés a tenerla llena de aire", yo pensaba: cuántas cosas que hay por aprender.
Después de dos teorías y dos prácticas en piscina se suponía que estábamos listos para enfrentarnos a la naturaleza, a la mar, al otro 70% del planeta que no conocemos. A mí me parecía un poco pronto, pero decidí que si lo decía Pep sería verdad. Después de todo él era capaz de hacer cosas increíbles como vaciar una máscara debajo del agua.

Así fue como hace dos findes reservamos una pensión de mala muerte y nos fuimos sábado y domingo a completar el curso (examen incluido) los seis mosqueteros: Srdjan, Mrdzy, Albert, Jonathan, el gran Pepe y yo. Fueron cuatro inmersiones en las que aprendimos a ponernos las aletas (patas de rana) dentro del mar y muchos otros truquitos de este deporte maravilloso. Lo más difícil para mí fue sin duda compensar correctamente. Compensar consiste en taparte la nariz y soplar para que no te duelan los oídos, lo mismo que en un aterrizaje de avión. Y eso me costó un huevo las primeras 3 veces. Sin embargo en la última inmersión, la más profunda (el máximo fueron 21,6 metros) lo pude controlar casi sin problemas.

La sensación es difícil de explicar, pero lo voy a intentar: imaginate que tenés puesto un traje de 5 o 7 mm de espesor que te apreta mucho transformándote en una morcilla y te da calor. Además tenés colgada de la espalda una botella de acero que pesa un huevo y como si eso fuera poco... un cinturón con nueve kilos de plomo a la cintura. ¿A que estás pensando que eso debe ser re incómodo? Estás en lo cierto, amiguito... es tan confortable como una cama de clavos.
Ahora imaginate que los clavos se transforman en un colchón mullidito conforme te vas metiendo en el agua y ya nada pesa. Ahora todo ese bodoque humano con accesorios flota! Pero eso no es lo mejor... no señor. El sumum es cuando después de tocar fondo logramos "flotabilidad neutra", que en criollo significa "ni hundido ni a flote". Es como estar volando en el agua, como los pececitos que no se van para arriba ni para abajo. Cuesta bastante conseguir este estado siendo novato, pero al lograrlo todo cambia. Me temo que de manera irreversible.
FELISAMEMUERO PARA TODOS!

¿Cómo se nos ocurrió hacerlo? Trini recibió un mail con una oferta especial para el curso inicial de buceo deportivo y me lo renvió porque: 1) yo alguna vez le había comentado que me gustaría hacerlo y 2) tiene una memoria de elefante y se acordaba de esa vez.
Decidí hacerlo y para que fuera más divertido intenté enganchar a algún amigote para que se viniera. Terminamos siendo 6 (entre amigos y amigos de amigos). Cuando nos dimos cuenta estábamos metidos en una pileta practicando cosas que cuando te las cuentan suenan súper pro, como sacarte todo el equipo y ponértelo de nuevo... debajo del agua. La verdad es que se necesitan sólo dos clases para eso con lo cual muy difícil no debe ser, pero uno se siente un grande al hacerlo.

De esos primeros truquillos el que más me gustó es el de vaciar la máscara. Supongamos que estás a 10 o 20 metros de profundidad y te entra agua impidiéndote ver. ¿Qué hacés? ¿Se puede sacar el agua abajo del agua?. Yo pensaba que no. Pensaba: "regla de oro: que no te entre agua porque cagaste". Resulta que viene Pep, el instructor, y en dos clases me tira la teoría por la borda (acompáñese con sonido de chiste fácil). Conforme nos decía "con un par de sopliditos por la nariz presionando la parte de arriba de la máscara volvés a tenerla llena de aire", yo pensaba: cuántas cosas que hay por aprender.
Después de dos teorías y dos prácticas en piscina se suponía que estábamos listos para enfrentarnos a la naturaleza, a la mar, al otro 70% del planeta que no conocemos. A mí me parecía un poco pronto, pero decidí que si lo decía Pep sería verdad. Después de todo él era capaz de hacer cosas increíbles como vaciar una máscara debajo del agua.

Así fue como hace dos findes reservamos una pensión de mala muerte y nos fuimos sábado y domingo a completar el curso (examen incluido) los seis mosqueteros: Srdjan, Mrdzy, Albert, Jonathan, el gran Pepe y yo. Fueron cuatro inmersiones en las que aprendimos a ponernos las aletas (patas de rana) dentro del mar y muchos otros truquitos de este deporte maravilloso. Lo más difícil para mí fue sin duda compensar correctamente. Compensar consiste en taparte la nariz y soplar para que no te duelan los oídos, lo mismo que en un aterrizaje de avión. Y eso me costó un huevo las primeras 3 veces. Sin embargo en la última inmersión, la más profunda (el máximo fueron 21,6 metros) lo pude controlar casi sin problemas.

La sensación es difícil de explicar, pero lo voy a intentar: imaginate que tenés puesto un traje de 5 o 7 mm de espesor que te apreta mucho transformándote en una morcilla y te da calor. Además tenés colgada de la espalda una botella de acero que pesa un huevo y como si eso fuera poco... un cinturón con nueve kilos de plomo a la cintura. ¿A que estás pensando que eso debe ser re incómodo? Estás en lo cierto, amiguito... es tan confortable como una cama de clavos.
Ahora imaginate que los clavos se transforman en un colchón mullidito conforme te vas metiendo en el agua y ya nada pesa. Ahora todo ese bodoque humano con accesorios flota! Pero eso no es lo mejor... no señor. El sumum es cuando después de tocar fondo logramos "flotabilidad neutra", que en criollo significa "ni hundido ni a flote". Es como estar volando en el agua, como los pececitos que no se van para arriba ni para abajo. Cuesta bastante conseguir este estado siendo novato, pero al lograrlo todo cambia. Me temo que de manera irreversible.
